domingo, 3 de enero de 2010

MULLERES DA RAIA NA RUA


NOITE DE ENCONTROS

NOCHE DE ENCUENTROS

Fue en el mes de Agosto que el proceso de la película se cerró. Volví al punto donde todo comenzó. La aduana de São Gregório , uno de los pasajes de frontera más antiguos de la región, se convirtió de nuevo en un escenario de cine. Era mi deber devolver la película a sus protagonistas y mi intención provocar el encuentro. Eso es documental, ENCUENTRO, dentro y fuera de la pantalla. Por eso, bajo el nombre de ENCUENTROS se proyectaron aquellos que surgieron de manera espontánea o provocada a raíz de la construcción del documental. Viejos compañeros de lucha de uno y otro lado de la historia que nunca se habían vuelto a reunir para poder olvidar esta historia relegada a la clandestinidad. Un material excluido que desde la distancia cobra más fuerza y se impone como parte viva de un documental que siempre será incompleto.

Ante la imposibilidad de retratar  con la cámara la totalidad de una realidad compleja y oscura, las mujeres de la raya, armadas con su memoria y emocionadas por su reconocimiento dieron luz y completaron un mosaico de memorias que se escondían entre los muros que las rodeaban. El silencio se rompió con la emoción desgarrada de quien calla por imposición. El tabú comenzó a desvendarse después de varias décadas de puertas cerradas a la memoria..  Aquella noche de Mulleres da Raia fue un desahogo del alma de las mujeres de la frontera y una aproximación más profunda a  nuestras raíces más delicadas. Y es que todo el mundo quiere ser escuhado, creo que no hay mayor impulso en el ser humano que la necesidad de ser escuchado y reconocido.

El documental provocó un estado de alteración en una comunidad dormida en el presente. Los ánimos se agitaron con la llegada del cine a la aldea y nadie quiso perderse la sesión, aunque fuese desde el balcón. Muchos de los presentes asistieron por primera vez a una película, incluídas las protagonistas que además se vieron proyectadas en la pantalla. Se rieron para enfrentarse al dolor pasado y guardaron silencio para escuchar su historia. Gente de todas las edades y condición en un mismo espacio para la reflexión que se prolongó hasta altas horas de la madrugada.

Un palco de cine improvisado que reunió a las poblaciones de las dos orillas del Minho y a los emigrantes que en estas fechas regresan a la tierra. Pero aquella, no fue solo una noche de memoria, sino de revindicación de un espacio para nuestra cultura. Después de batallar varios meses con el ayuntamiento, solo a través del presidente de la localidad, conseguí realizar la promesa que me había hecho al iniciar el documental, sin ningún apoyo institucional. Alguien recorrió 600 Km para inmortalizar esta noche de encuentros y los responsables de cultura situados a escasos Kilómetros no se movieron para oir a su gente que tiene hambre de cultura.

Es hora de cambiar esta situación.

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